domingo, 1 de julio de 2007

El calor a medias

Si algo debo agradecer a esta soporífera estación es el regalo de horas extras que me hace: horas robadas a un sueño que no viene, lánguidas horas de viajes cruzadas las puertas de la percepción, obsesivas horas de lectura, de música, de culebreo por pantallas prohibidas. Siento una necesidad compulsiva de abandonarme a otros -mundos y seres-, olvidando que existo, que dentro de este cuerpo premenopáusico sólo tienen cabida las experiencias ajenas, los sueños remotos, las rutas celestes.
Y en este deambular me he topado en el último mes con Mohamed Chukri y su Pan desnudo; Ayaan Hirsi Ali y su autobiografía Mi vida, mi libertad; Banana Yoshimoto y su Sueño profundo; Milan Kundera y La insoportable levedad del ser; y sigue a mi lado Václav Havel y su colección de Cartas a Olga.
Con esta retahíla de maravillosas y crudas experiencias ¿quién piensa en sí mismo?

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