sábado, 1 de noviembre de 2008

Madame Rocamadour

Allí estaba, oculta entre papeles amarillentos, en el cajón del escritorio donde se ahogaban en el olvido las noticias y los saludos familiares escoltados por un faro al atardecer con reflejos dorados en las crestas de las olas; por la plaza de un triunfo cualquiera con un ángel dorado señalando al infinito; por las cuatro instantáneas de piedras que murmuraban los secretos de antiguas civilizaciones entre los estertores de la modernidad. Allí estaba, firmada en 1789, en París. La rúbrica, escrita con una plumilla de ave de color rojo, destacaba del resto del texto de un negro sucio, equívoco: Michelle Rocamadour.
Me llegó hace veintisiete años. No sé exactamente la fecha, unos meses antes de divorciarme de mi esposa, de mi querida Ernestine. Temía recoger el correo, verificar por escrito la muerte de ese amor bajo la fachada de un remite huérfano, ordinario. La culpa había sido mía. Ernestine no pudo soportar mi traición en un asunto con una velilla de tres al cuarto, una muchacha que tiró del hilo de mis apetitos desbaratando la trama urdida durante catorce años de feliz matrimonio. No hice objeciones a ninguna de las demandas de su abogado. Nada me importaba, los objetos protegían nuestros recuerdos, simulaban en sus formas momentos señalados de nuestra vida en común. Sólo el escritorio de caoba con incrustaciones de palisandro que adquirí en la India, durante nuestro viaje de novios, habría de acompañarme en tan ignoto futuro: en la superficie pulida le había escrito las más sentidas sentencias de amor.
Durante el juicio nadie creyó en las fuerzas poderosas que me impulsaron a cometer tamaño error. Excusatio non petita, accusatio manifesta. Debí apelar a otros impulsos más carnales, primitivos, por así decirlo, que aquellos que vertían su ingrávida osadía en llamadas al honor. No acerté. La comitiva juiciosa interpretó en mis designios la temeridad, la culpabilidad de mis actos impuros y abominables. No hubo Dios entonces, y tampoco lo hay ahora, cuando me enfrento a la epístola que me acorraló y la que no tuve a bien mostrar para corroborar la verdad que se cernió sobre mí en París, allá por el 1789.

Callaba y abría las puertas
Preñadas de misterio.
En las tripas la palabra
Traicionera.
En los dedos la vergüenza
rubricada.

19 comentarios:

Carlos Paredes Leví dijo...

Ha logrado usted que me viniera a la mente ciertas páginas de Borges y de Bioy-Casares. La vuelvo a felicitar Maestra y envidio su gran talento....
Un saludo.

Monica dijo...

Es lo que yo digo siempre, las palabras se las lleva el viento, pero lo que has escrito, te condena toda la vida.
Cada día escribís mejor, sinceramente espero cada día para leerte y sigo pensado Isa que te tenés que hacer a la idea de que tenés que escribir un libro, te lo merecés y lo merecemos nosotros también.
Besos guapa

mjromero dijo...

Será cosa de que las palabras traicionan siempre, delatan al que las pronuncia o las escribe, a veces lo hacen claramente y otras de un modo más sutil, claro que en 1789...si no hubiera sido claro quién iba a buscar en ellas?.

Isabel chiara dijo...

Bueno Leví, con los papas hemos topao. Ya me gustaría a mí llegarle a estos grandes a la hora de la merienda, pa servirles el café. Ahora, que ando con la cabeza donde no debo (y lo puse con v, así que fíjese) y como no me ponéis los deberes, saqué de la chistera a Mme Rocamadour, que suena a picapiedra, pero en realidad era la amante de Malesherbes, que me lo dijo ella a mí hace poco mientras esperábamos la cola del pescado.

Tiene pinta de dramón, verdad?

Besos y gracias



Mónica, yo me manejo más o menos en las distancias cortas del relato y el cuento, pero una novela son palabras mayores. Tengo un problema, es que mis muñecos quieren que rápidamente acabe, que lo cuente tó y los deje en paz. Y aún así me cuesta trabajo, que ya me dieron aviso en la rae de tanta consulta y tanta leche.

Gracias bonita

Alfaro, lo que está escrito nos cortará la cabeza algún día; y lo que no también. Yo creo que fue la Rocmadaour la que buscó a ..... (aún no sé cómo se llama este tipo).

Besos (seguro que veré a Lola a finales de mes.... Hmmmm, qué miedo lo de leer)

mjromero dijo...

Qué alegría, qué bien que la web valga para estos encuentros literarios, leerás tus poemas, no? no temas nada, son muy buenos, quizá alguno sea algo críptico, pero qué importa cada cual que entienda lo que quiera, a mí me parecen muy muy buenos, y que poco se equivoca mi olfato literario, (que el otro ya lo tengo atrofiado) pero no suelo equivocarme.
Así que tranquila y suerte.
un beso

Carlos Paredes Leví dijo...

Dramón de los de antes, o sea, de los buenos............

Isabel chiara dijo...

Vuelvo a tener internet, eureka!!! que también suena a dramón.

Pues sí, es una experiencia, espero que salga bien. Ocurre que ando estas semanas con muchos líos y estoy perdida, cosa que me jode tremendamente. Seguro que me presento con el soutiengorge por fuera, jejeje.

Ya te contaremos.



Dramonazo de los del diecinueve, de los que me gustan a mí. Pero en corto.

Makiavelo dijo...

Espero que con esta vuelta a lo clásico no tengamos que vestirnos de época para leer el relato.

Sería un reto que nos embaucaras con la historia como lo hizo en su momento Margaret Mitchell.

I like. Muy bueno.


Besos.

Sibyla dijo...

Querida IChiara, espero que hayas podido relentizar tu velocidad, encontrando los frenos de la "moto".

Este relato como decís es un dramonazo,escrito con gran estilo, que me recuerda al de W. Goethe en "Werther".
Un sobresaliente niña!

Ah! me encanto la frase en latín, que por cierto mi Victor la usa muy a menudo.

Besazos, me alegró saber de tí, espero que no te hayas mojado mucho:)

Isabel chiara dijo...

Estaría bueno veros a todos en el palco con el pañuelo en la mano y la levita (los señores). No conozco a la señora Mitchell, pero me temo que será de algún culebrón gordo. Goglearé un rato.

I like el chocolate con churros, es más digestivo(?) que un dramón.

Besitos Maki


Siby, mi moto no para, ya voy corriendo detrás, jajaja. El latinajo es una de las frases favoritas de mi hermano abogado y me parto de risa cuando la pronuncia con el formalismo propio de los letrados. No pude resistirme, le daba un carácter más trágico a la historia.

Por aquí no ha llovido demasiado pero yo siempre me mojo, nunca llevo paraguas. También me alegra saber de ti (mira que tengo ganas de que me salga un viajito a graná, y ná).

Besotes (también a los niños)

NoSurrender dijo...

El nombre de Rocamadour me lleva de cabeza al París de la Maga. Pero eso eran otros tiempos.

Podre Ernestine, ¿a qué llamaría ella amor?

Salud!

unServidor dijo...

"...una muchacha que tiró del hilo de mis apetitos desbaratando la trama urdida durante catorce años de feliz matrimonio..."

Me gustó la figura. Aunque... ¿será esa muchacha la que desbarata el tejido... o serán las mismas dos agujas que lo tejieron?

Beso.

Isabel chiara dijo...

Coño, Lagarto, ya decía yo que me sonaba Rocamadour, si tuve a la maga hace poco en el bolso, jajaja Pero ésta es una revolucionaria pija, jeje.

Ya ves, Ernestine leyó tanto culebrón que terminó creyéndoselo. Pobre incauta.

Besos


Servi, diste en el clavo, por eso el jurado decidió que ya estaba bien de tanta lágrima y lo culpó, primero por su delito, después pos su poca verguenza, jajaja

Besos

Juan Pablo dijo...

Bueníii!!!!

(hoy estoy corto)

Churra dijo...

Una gozada leerte , hasta he estado a puntitito de buscar en google a Madame Rocamadour.
Si que es un dramos de los buenos.
besos

Isabel chiara dijo...

Ay Pablito, que las vacaciones te están enterneciendo. Por cierto, dijiste alguna vez eso de "Pablito clavó un clavito, un clavito clavó Pablito, qué clavito clavó Pablito?... blablabla y así hasta la saciedad, o hasta que uno siente que se le chafó la cabeza pa los restos.

Así me educaron a mí, con estos poemarios populares llamados trabalenguas, y así me quedé, jajaja

Besitos

Churra, hija, muchas gracias... el caso es que me salió lo de Rocamadour, me sonaba a culebrón, y luego caí en la cuenta de dónde venía gracias al lagarto. También la historia de la maga fue un culebrón.

A ver qué sale de este cruce de caminos

Besitos

Sibyla dijo...

Holaaaaaaaaaaaaa!!!

Te confesaré otro secreto, yo que soy muy dormilona, esa noche me levanté a las cinco de la madrugada para ver el resultado final de la votación, y ya me quedé a ver el discurso de Obama en directo y me emocioné viendo los rostros de tantas personas esperanzadas, y esa mezcla racial, tan necesaria para la unidad y la paz.

Bueno esperemos que no se quede todo en eso, en un sueño...

Que te sea leve lo que queda de semana, yo sueño con que llegue el viernes!

Un abrazo salá:)

Gi dijo...

"tiró del hilo de mis apetitos desbaratando la trama urdida durante catorce años de feliz matrimonio": perfecta imagen.
Bello texto
Besos

Isabel chiara dijo...

Llegó el viernes y se fue como agua de mayo, Sibyla, aunque bueno, seguimos alegrándonos de Obama in the white house, jajaja

Besitos

Luz, es que hay hombres muy poéticos a la hora de explicar sus errores.

Un besote.