sábado, 11 de junio de 2011

La herencia

No sé si desde entonces, desde sus tiempos de juventud, asimiló la costumbre de perpetuar una especie si no en extinción, sí a punto de caducar. Quizás sólo se dejó llevar después de reflexionar profundamente en el asunto.

Lo que en un principio pareció tarea fácil, cómoda y segura -siempre podría resguardar su responsabilidad tras la espalda del regente de turno-, se tornó incomprensiblemente en un fardo muy pesado: habría de cargar de por vida con la ingrata tarea de amistarse y sonreír al macho dominante una temporada, para la siguiente, cambiar de registro y emprender las nuevas amistades con el nuevo. La nómina de amigos contentos crecía proporcionalmente a la de amigos descontentos. Así sucesivamente: a la par que unos entraban otros salían, con el consiguiente ataque de nervios de su secretaria que habría de sortear llamadas otrora amigas, ahora molestas, incómodas, nada deseadas.

La vida del pobre M se convirtió en una tortura. Él, que se consideraba una eminencia en el tratamiento sistemático de la información, que debía darle brillo y esplendor a su organización, se veía de continuo ninguneado por lerdos ávidos de protagonismo y amistades que empañaban su gestión con proyectos absurdos, campañas insuficientes, patrocinios irrelevantes. ¿Cómo había llegado hasta ahí? 

M valoró las prebendas obtenidas y, tras cerca de cuarenta años de ejercicio en zigzag, y llegó a la conclusión de que la ignominia abultaba lo que king kong si se la comparaba con las ventajas de su ductilidad, apenas el torso de la  muchachita que la bestia sostenía amoroso en lo alto del Empire State.

Pidió a su secretaria un planning del trimestre en curso y calculó los días en blanco (esos que se sucedían entre los hombres grises y los hombres rojos), señalándolos con una cruz bien grande. Después esperó: llegado el momento, sonrió de medio lado, quemaría en la papelera los últimos compromisos de la confabulación saliente.


3 comentarios:

Ico dijo...

Una buena secretaria siempre guarda excelentes estrategias, la ductilidad, la de hacerse necesaria y siempre con una sonrisa puesta.. pero ésta es peligrosa por lo que de terrorista tiene...besos..

Makiavelo dijo...

M parece el Capitán América, todo un super..., algunos como él ya han empezado a dimitir, a otros sin embargo les gusta la poltrona y no se van ni con aceite hirviendo. Ja,ja,ja...

Besos.

Rafa dijo...

Me ha gutado mucho, muchas veces hay que actuar, o la corriente te llevará.

Un abrazo